¿Productividad empresarial vs productividad personal?

Sin que quede la menor duda, no hay posibilidades de competir en nuestro tiempo a nivel empresarial, si nuestras empresas no son productivas y, las empresas no podrán ser productivas, si individualmente cada persona dentro de ella no lo es también.

Con ese párrafo podría dar por concluido el artículo, porque es así de sencillo. No hay “vs” entre la empresa y el individuo y menos en lo que a productividad se refiere. Hay así, toda una gama de consideraciones de importancia de cómo cada individuo ve su vida dentro de la empresa y cómo la empresa ve a cada trabajador como un individuo que logra hacer coincidir sus valores y metas personales junto a las de la empresa para la que trabaja.

La empresa debe entonces trabajar 4 claves fundamentales para orientar su estrategia para con sus empleados, en lo que al aumento de la productividad se refiere, a saber:

1 La productividad es una decisión personal, ergo, la empresa deberá poder evaluar cuánto desea crecer el empleado para sí y la organización.

2 La productividad personal no significa trabajar más, sino trabajar mejor. Preocúpese si tiene empleados que amanecen y anochecen en su empresa. No son buen ejemplo de integralidad: persona, familia, educación, descanso y empresa.

3 La efectividad de la persona no se mide por el número de cosas que hace al día, sino por los resultados que logra con lo que hace. La empresa debe poder evaluar esto.

4 La persona productiva busca sacar lo mejor de sí misma, para lograr todos sus objetivos utilizando los recursos que tiene a su disposición hoy, y visionar a dónde quiere llegar y cómo lo hará.

Enlazando las 4 claves con la visión moderna de productividad, hay estudios muy interesantes tanto de investigadores como de empresas, que nos pueden orientar en cuanto a cómo se está observando el fenómeno de la productividad y la felicidad personal, para que las organizaciones puedan entonces convertir en hechos hacia su gestión, un aumento de su competitividad por aumento de la productividad, que nace de la felicidad.

Entonces tenemos claro que para ser competitivos es indispensable tener gente casada con la productividad y que para ello, cada día, se hace más y más indispensable que sean felices. Si hace 10 o 20 años alguien se hubiese atrevido a hablar de ello, quizás habría sido visto como un “come flor” a nivel empresarial. Hoy en día, y por el efecto de los trabajadores “millennials” (trabajadores de menos de 34 años), las empresas y sus responsables de cazar talentos y mantenerlos, han tenido que dar un giro a esa percepción y prepararse para enfrentar que este grupo no está dispuesto a renunciar a su vida personal (estudios, deportes, hobbies, familia, etc.) por trabajar en una empresa y además, al ser eminentemente dueños de la información en la redes, las empresas estarán expuestas a una evaluación y exposición inmediata a todos los niveles.

Nuestros empresarios deben entonces ser primero ejemplo de productividad, felicidad e integralidad personal (empresarios, profesionales, familiares, respetuosos del tiempo del descanso y con una visión de superación permanente) para entonces transmitir estos principios como valores fundamentales al resto de la organización. Cuando esto ocurre, la empresa estará trabajando con el ejemplo y vinculará de tal forma a sus trabajadores, que éstos responderán con la imitación del valor fundamental, por lo que la empresa verá un aumento de su competitividad, basada en que bajarán los niveles de ausentismo laboral y accidentes laborales y eso desencadenará una espiral de productividad, que se alimenta a sí misma. Podríamos asegurar que es un círculo virtuoso.

Hasta aquí, hemos planteado lo que debe hacer una empresa para promover un cambio en la mirada hacia el aumento de la competitividad promoviendo la productividad personal, pero no quisiera pasar por alto algo que es fundamental:

“no hay posibilidad alguna que una empresa logre cambios sustanciales en sus trabajadores en ninguna área, si cada individuo no está dispuesto a cambiar y crecer de manera permanente”.

La empresa requiere de individuos proactivos y con una visión personal de superarse siempre. En mi Libro, en el que desarrollo la Estrategia A.N.I.M.A.R.T.E., detallo cómo cualquier persona puede con una estrategia sencilla, convertir en un hábito la competencia personal, la productividad y enlazarlo en todos y cada uno de los aspectos de su vida.

La Estrategia A.N.I.M.A.R.T.E. plantea la necesidad de ser:

                                                                                                        

Combinar esta estrategia y la de la empresa, podría ser una clave maestra de la competitividad y productividad.

Si miramos en retrospectiva, debemos agradecer los cambios que se han venido suscitando con los años, porque han logrado al fin una comunión extraordinaria entre los valores organizacionales y los valores personales y eso solo puede dar como resultado: empresas competitivas e individuos sanos mental, corporal, familiar y socialmente.

Comprender que Productividad Empresarial vs Productividad Personal, no puede ser una pregunta y menos una competencia, nos lleva a la conclusión de que sólo es posible un acuerdo de crecimiento y fortalecimiento en ambas direcciones.

¡Qué buenos tiempos se vislumbran!

                                                                        

 

{¿Productividad empresarial vs productividad personal?}