Despertar de la consciencia cubana
En lo más profundo de mi ser, siento el dolor que aflige al pueblo cubano. El hambre, la miseria y la negación de derechos básicos nos arrebatan la humanidad que nos define. Como dijo José Martí, “la libertad es el derecho que tienen las personas de actuar libremente”. Pero en nuestra Cuba, este derecho ha sido pisoteado por más de seis décadas, separando a familias y sembrando lágrimas de desesperación.
Cuando salí de la isla hace años, no existían espacios para desafiar críticamente al sistema. Hablábamos bajito, con temor, apenas mencionando el nombre de Fidel o señalando lo terrible del régimen. Pero hoy, una nueva generación alza su voz con el vigor de quien sabe que merece vivir en libertad y con dignidad. Las marchas y protestas son el grito unificado de un pueblo cansado de la opresión, que clama por un futuro mejor.
El comunismo ha fracasado rotundamente no sólo en la práctica, sino también en la teoría. La falta de incentivos individuales para el progreso ha sumido a Cuba en el estancamiento, obligándola a vivir del pasado en vez de mirar al futuro con esperanza. Pero no estamos condenados a este destino. Los cubanos, con la luz de la consciencia y el apoyo del mundo, tenemos el poder de transformar nuestra realidad en ese paraíso de Dios que es nuestra patria.
Es hora de organizarnos con inteligencia, de levantar nuestra voz sin temor a más represión ni a más sacrificios injustos. Debemos liberar a Cuba del yugo.
Los gobernantes de Cuba han olvidado el verdadero significado del liderazgo: servir al pueblo. Han desvirtuado el concepto de poder, convirtiéndolo en una herramienta de control en lugar de un instrumento de justicia y bienestar.
El verdadero poder es la habilidad de inspirar y empoderar a las personas. El pueblo cubano merece prosperidad, economía y expresión libres.
Al desgobierno cubano, le invito a que por alguna vez en su historia aprenda a sentir y escuchar el clamor del pueblo y que, desde el amor a nuestra cultura e historia, apuesten por la conciliación en lugar de la confrontación y la represalia salvaje.
No olvidemos nunca: sé tú el cambio que quieres ver en el mundo. Con esa convicción en el corazón, no tengo dudas de que un nuevo amanecer de libertad llegará para nuestra amada Cuba.