Homenaje a Julio Arnedo, leyenda del jazz y música tropical

Su hijo, Antonio Arnedo será quien realizará el concierto especial el 28 de septiembre en el marco del Festival Internacional del Jazz, para celebrar sus 60 años de vida homenajeando a su padre, quien fue una leyenda del jazz y la música tropical en Colombia. Llegarán a este simbólico concierto invitados tan importantes como el bombardinista Ramón Benítez, el pianista norteamericano Sam Farley y el compositor, arreglista y marimbero Hugo Candelario González.

“El Festival Internacional de Jazz es un evento de tradición en el país, de ahí el esmero que siempre le imprimimos a su curaduría y organización. Buscamos sorprender a los asistentes y consideramos que este año encontrarán grandes espectáculos, en formatos novedosos. No nos cabe duda de que el público nuevamente tendrá jornadas memorables”, afirmó Paulo Sánchez, gerente del Teatro Colsubsidio.

Amor por la música

Julio Arnedo nació en Turbaco, Bolívar, en el año 1932. Su afición y amor por la música se debió, por una parte, al hecho de estar rodeado por un ambiente musical propicio, puesto que primos, tíos y algunos familiares más interpretaban algún instrumento; y, por otra parte, que a muy temprana edad su padre le regaló una ocarina, un instrumento de viento hecho con barro o hueso, la cual solía tocar con la frecuencia de quien descubre una nueva pasión.

Sin embargo, quienes marcaron la vida de la leyenda de la música tropical colombiana fueron sus tíos Gilberto y José Adán Armero, quienes le enseñaron a tocar el saxofón.

Cumplidos los diez años de edad, el padre de Julio murió no sin antes haberle dejado algunas nociones musicales y otro regalo que en breve tiempo él comenzó también a dominar: una flauta dulce. Pasó entonces a estudiar con uno de sus tíos, quien al ver su disposición artística le condujo a aprender solfeo en un lapso de cinco meses, “sin coger un instrumento” y solo de regreso a casa podía aplicar lo aprendido en la flauta dulce que fue su entrenamiento para pasar al clarinete.

Con este “viento” la aventura musical del pequeño daría comienzo. Pasado año y medio de estudio, Julio y el clarinete se matriculan en la banda de su pueblo natal, Turbaco, conformada básicamente por gente de casa y familiares. Aunque duró poco tiempo con ellos, recuerda la experiencia con afecto y casi con devoción, pues esta sería la antesala a su entrada a diferentes orquestas de la ciudad de Cartagena.

Formó parte de la “Orquesta Melodía” del bajista Dámaso Tominson y la “Orquesta A Número Uno” dirigida por José Pianista Pitalúa. Aunque no dejaron ningún registro sonoro, estas agrupaciones llegaron a ser verdaderamente populares y reconocidas entre el público tanto del pueblo como de la ciudad, al lado de otra muy popular la “Orquesta Emisora Fuente”, que estaba de planta en la radio.

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En 1951, Julio Arnedo llegó a Bogotá para conformar un nuevo conjunto con sus primos Arnulfo “Filio” Arnedo y Carlos, clarinetista a quien él mismo reconoce de excelentes condiciones musicales, con quienes trabajó alrededor de dos años en un cabaret, interpretando porros, cumbias y una clase de salsa tradicional que llamaban “guaracha”.

Cuando llegó a la capital del país, el músico tocaba el clarinete. Sin embargo, por cosas del destino conoció el jazz. Una vez escuchó el disco de Coleman Hawkins, un saxofonista estadounidense, se enamoró del sonido. Tanto así, que aseguró que el saxofón era su instrumento.

En una entrevista realizada por el investigador Manuel Antonio Rodríguez, Julio recuerda no haber estado del todo convencido de haber viajado a Bogotá.

“El primo mío, Carlos Arnedo, que estaba radicado en Bogotá, nos mandó un pasaje a Arnulfo, otro primo, y a mí. Yo dudé mucho para venir porque me decían que aquí el frío era muy tremendo. Al final terminaron por convencerme. Apenas me bajé del avión yo sentí ese frío y lo primero que le dije a Arnulfo fue ‘oye cuadro, no creas que yo voy a durar aquí más de un mes’. Pero Arnulfo dijo que nos teníamos que quedar porque ya había un contrato y teníamos que cumplir. Ese mismo día que llegamos tuvimos que trabajar”, aseguró Arnedo.

En Bogotá, Arnedo conoce el ritmo, el trabajo mejor remunerado y al amor de su vida, pues conocería allí a su esposa; se enamoró de Amanda, una joven ecuatoriana con quien tuvo siete hijos, de los cuales dos siguieron sus pasos en la música, Gilberto y Antonio Arnedo, quienes también son grandes exponentes del jazz en el país.

Pionero de la noche jazzística

La década de los años cincuenta fue para Julio Arnedo una época en la que el trabajo en sitios nocturnos no escaseó. Se terminaba un contrato en un lado y a los dos o tres días uno nuevo aparecía sin mayor problema. En 1959 se fundó una orquesta cuyo vocalista era el cubano Pepe Reyes, radicado en Colombia, con la cual hubo oportunidad de hacer giras para tocar en ciudades como Manizales, Cali y Medellín.

Para esta década, el maestro Arnedo era diestro en la interpretación no solo del clarinete, sino también del saxofón alto. Sin embargo, su dedicación está centrada sobre el saxofón tenor, y el clarinete fue abandonado gradualmente, quizá por el hecho de haberlo perdido un día en uno de los sitios donde trabajaba en ese entonces: una mañana simplemente no lo encontró en donde lo había dejado guardado.

Cabarés, grilles y otros establecimientos muy respetables fueron el escenario vital donde se movieron él y otros músicos prestantes. Fueron muchas las grabaciones hechas por el maestro Julio Arnedo en el curso de su amplia carrera artística. Grabó con la orquesta de Marcos Gil, Nico Medina y Tomás Di Santos, entre muchos otros de los artistas de música tropical. El maestro Arnedo no solo fue un artista exclusivo del jazz, otros géneros lo sedujeron a tal punto de haber sido acompañante de artistas tan populares como Rolando Laserie, Agustín Lara, Pedro Vargas o Celia Cruz.