Reinventarse es atravesar fronteras
Hoy ejecutivos que superan los 50 o 55 años se ven en la encrucijada de decidir y armar un nuevo trayecto laboral luego de abandonar un empleo en una misma empresa. Espacio
donde generó una identidad profesional, un lugar de pertenencia especial pero también una mirada hacia adentro, mientras fuera el mercado caminaba y camina a una velocidad
que demanda nuevas prácticas, nuevos roles, otros comportamientos y riesgos.
Soltar esa realidad es saltar al vació, es entrar en caída, es caminar sobre un desierto emocional, es dejar una zona de confort que le daba control sobre sus actos, sobre su equipo, sus conocimientos. Darse cuenta entonces que puede controlar su presente, contar y mostrar su pasado y por delante un futuro incierto.
No es fácil armarse para la reinvención, cruzar el puente sin saber que hay en la otra orilla. Reinventarse es analizar el equipaje con el que se avanza, en un mundo donde todo es de corto plazo, los puestos laborales, las metas y hasta el conocimiento. Todo hay que validarlo, replantearlo.
Y esa etapa de replanteo de carrera hacia una reinvención profesional efectiva con otro rol y otra mirada se ve afectada por situaciones emocionales que muchas veces nubla la mirada hacia un futuro diferente.
En principio el ejecutivo debe eliminar los mandatos con los que ha transitado su carrera muchas veces. Eliminar especialmente los “debería”. Si no vive de acuerdo a “los debería”, la persona se considera indigna. Es la razón por la que el profesional se tortura con sentimientos de culpa y
autoreproche, frente a una pérdida de empleo que lo paraliza y lo obliga a elegir entre reglas inflexibles.
Se ven afectadas sus creencias esenciales que son pilares de su autoestima y la pérdida lo ubica en un lugar de angustia por lo que ha dejado, preocupado, asustado con una preocupación
crónica enfocada en su familia, su carrera que la ve truncada y su economía.
Es necesario volver a instalarse, a entender nuevas reglas del mercado y a trabajar para reconstruir su empleabilidad y ese equipaje que ya no cuenta con un valor agregado identificado.
Es un momento donde ejerce lo que David Burns llama “ansiedad por la actuación” el cómo mostrarse frente a otras personas, saber competir nuevamente y validar su experiencia.
Estado también caracterizado por trastornos de estrés, especialmente en aquellos casos que siguen aferrados al pasado, a su último empleo, a un lugar que ya no les pertenece.
La antesala de la reinvención es una etapa que vicia sobre todo la autoestima. Esa valoración realista y valorativa que todos tenemos de nosotros mismos, que se traduce en un proceso
que afecta también su identidad: quién soy?, qué me define?, quién quiero ser?
Es importante aquí trabajar en lo que hace a “la aceptación”. La autoaceptación consiste en creer en uno mismo y aceptarse de forma positiva. Trabajar en su autoconfianza, que es la
creencia de mostrar capacidades de aquellas competencias que se tiene y las que deberá reforzar para potenciar su empleabilidad.
Una antesala donde también deberá ejercer humildad saludable y no autodestructiva para reconocer imperfecciones, consecuencia de lo que necesita cambiar para atravesar esas
fronteras, asumir riesgos y lograr otra visibilidad que le permita volver a aprender y saber explorar.
Y por otra parte luchar, como señala Ryan Holiday en su obra, con un enemigo interior que es la verdadera causa muchas veces que le impide avanzar al profesional en otros sentidos: el
ego. El ego nos impide aprender y desarrollar nuestros talentos, nos ciega al punto que negamos nuestras propias fallas y nos impide recuperarnos.
Quien se reinventa debe ejercer un “yo complejo”, es un yo que comprende varias dimensiones, capaz de explorar, de girar alrededor de sí, que tiene redes hacia afuera y hacia otros
planos de realización personal.
Es un yo que puede manejar la diversidad, distintas miradas, diferentes formas de vida y que se enriquece con las diferencias.
Proyectarse desde la reinvención no es pensar cómo lleva metas adelante sino como mantenerse en esa práctica. Es la construcción de un ciclo vital donde será interesante como rearmarse nuevamente y la ayuda que necesitará tener.
Reinventarse es construir un futuro deseado y a la vez complejo, pero cuestionando el presente.
Es generar nuevos aprendizajes que permita al profesional saber soltar otros. Es desapegarse para darle luego identidad a otras prácticas profesionales en otros espacios laborales.
Es comenzar a desarrollar nuevas redes sociales de apoyo y disponer de nuevos grupos de pertenencia. Es barajar nuevos intereses y preferencias desde un rol de adulto activo, donde la
edad no es obstáculo, porque lo que interesa es el amado de su equipaje, de aquello que le puede ofrecer al mercado desde otra realidad.
Resulta necesario en ese armado de equipaje con prácticas y experiencias manejar la plasticidad emocional. ¿Y en qué nos ayuda esa plasticidad emocional? Es nuestra capacidad de no
limitarnos a experimentar estados emocionales de forma pasiva, sino hacer que formen parte de nuestras estrategias de adaptación. Es poder adaptarnos a un nuevo contexto, a un
mercado que se ve abrumado por el mundo digital, la inteligencia artificial, la biotecnología, que marcan nuevos destinos en las profesiones y exigen una reinvención constante, casi sin importar la edad.
Una adaptación que lleva al profesional a combinar una inteligencia fluida y otra cristalizada. Donde entendemos como inteligencia fluida la capacidad de adquirir nuevos conceptos y
de poder adaptarlos a nuevas situaciones y proyectos, y una cristalizada que se refiere a saber utilizar las habilidades intelectuales ya aprendidas. Ambas deberán estar en equilibrio.
¿Qué es reinventarse hoy?
Es lograr un “momentum” donde la actualización es una constante, donde aprender y explorar son verbos que estarán siempre en agenda.
Es generar y alimentar empleabilidad, como aquella capacidad de adaptar habilidades que nos posicionan y conocimientos necesarios para el momento, donde el cambio ha venido a
instalarse.
Reinventarse es estar visible hacia el interior de la empresa a la que ingresará, pero también visibilidad fuera de ella. Es desarrollar de manera continua nuestra red de contactos, en lo
posible heterógenea. Es generar lazos de convivencia en organizaciones de alta diversidad generacional. Es sumar nuevos conocimientos, tanto los que generen las prácticas
profesionales como aquellos que se buscarán en instituciones educativas en busca de nuevos saberes.
Reinventarse es atravesar caminos que nos lleven a una nueva conquista de pasión innovadora, a crecer con otras ideas, a recrearse, a potenciar nuestras creencias, a tener una mentalidad ganadora pero por sobre todas las cosas un sendero para “abrazar desafíos”.