La solvencia financiera como elemento de análisis crediticio
Durante casi 20 años trabajando en instituciones financieras, he aprendido que no existen cantidades de dinero grandes ni pequeñas, porque la apreciación “mucho dinero” o “poco dinero” depende de la percepción de quien opina, y esta opinión es siempre subjetiva. Para quienes ejercemos el rol de asesores financieros, nuestro juicio se basa en términos relativos, es decir, que mucho o poco dependerá de lo que se pretende hacer con el dinero, dicho de manera práctica, no se puede expresar una opinión sobre la ganancia obtenida por una empresa en un periodo determinado, sin tomar una referencia para comparar dicho resultado, como lo puede ser por ejemplo: la ganancia obtenida en los periodos anteriores o las ganancias obtenidas por otras empresas dedicadas a actividades del mismo ramo, o ambos, en el mejor de los casos.
Las Instituciones bancarias ejercen la función de intermediación financiera, captando recursos de entidades (personas o empresas) excedentarias que son colocados en otras entidades deficitarias (personas o empresas), obteniendo beneficios por el diferencial (llamado Spread) cobrado por los fondos colocados bajo la figura de crédito menos el dinero pagado por concepto de intereses por los fondos captados de los clientes bajo la figura de depósitos.
Dado que las instituciones trabajan con recursos económicos de sus clientes, es de vital importancia estudiar acuciosamente a los sujetos a quienes se le otorgan los créditos en aras de garantizar el retorno de los fondos dados en préstamo, es allí, cuando el análisis financiero es protagonista, de este se desprenden muchos indicadores que sirven de guía para la toma de decisiones por parte de las personas que tienen la función de aprobar los créditos, dichas personas son investidas con autoridad para aprobar, diferir, o negar operaciones de crédito dentro de los límites autorizados por las instancias superiores de las instituciones financieras, y su nivel de efectividad se puede medir por la calidad de la cartera crediticia, específicamente en el índice de morosidad, que determina en términos porcentuales la proporción de créditos vencidos en relación a la cartera crediticia total.
Con el fin de evitar incrementos en la morosidad más allá de lo aceptado como normal (3% de la cartera crediticia total) por el sistema financiero, se adecuan constantemente las políticas de crédito, atendiendo a la dinámica económica, política y social del entorno, considerando todos aquellos factores que puedan tener impacto en la solvencia financiera de los clientes.
Entendiendo que solvencia significa: “Capacidad de cumplir los compromisos a corto plazo mediante pagos en efectivo en forma oportuna y completa”, podemos extraer varios elementos, de los cuales resaltaremos: en forma oportuna, que implica en el tiempo convenido, y completa, lo que quiere decir la cantidad estipulada originalmente -no abonos parciales-. Este simple concepto supone complicaciones, para algunas personas cuando no saben administrar adecuadamente sus finanzas personales, saber cuál es su capacidad máxima de endeudamiento, conocer sus ingresos (cuando estos son variables) crear un presupuesto y respetarlo, priorizar sus necesidades y distinguir las necesidades reales de deseos innecesarios, son las claves para poder honrar sus compromisos, y crear un récord crediticio sano. Lo anterior aplica también para los líderes de empresas que basan sus decisiones en una serie de supuestos que pueden verse afectados por factores externos, por ejemplo:
• La disminución en las ventas producto de aparición de competencia en el mercado.
• La incapacidad de producir por falta de insumos.
Estas son solo algunas variables que pueden afectar el desenvolvimiento normal de una empresa, y por ende, su capacidad para generar ingresos, tal como lo sería para una persona la pérdida de su empleo, o sufrir algún evento o enfermedad que le impida cumplir con su trabajo para generar ingresos. Por ello, las personas naturales siempre deberán auto-evaluar con cautela su capacidad de pago antes de incurrir en endeudamiento, e incluso saber considerar si el endeudamiento es necesario o productivo, es decir, no merece la pena, acceder a crédito si los fondos obtenidos no serán empleados en bienes necesarios, o que permitan o faciliten la producción de la renta, incluso en este caso se puede ser conservador. En el caso de las empresas, tienen que tomar en cuenta que los fondos obtenidos a través de financiamiento externo deben ser siempre aplicados en bienes y servicios que contribuyan de manera significativa al desarrollo de la empresa y que impacten directamente en incremento de las ventas, optimización de procesos en búsqueda de eficiencia en la operación, mejoras tecnológicas, y hay que respetar el principio de apareamiento financiero que establece que el activo circulante debe financiarse con pasivo circulante y los activos de largo plazo deben financiarse con pasivo a largo plazo, para evitar comprometer la liquidez de la empresa afrontando cargas crediticias superiores a su capacidad por tener plazos de pago muy cortos para créditos de envergadura y plazos excesivamente largos cuando la recuperación de la inversión es producto de la venta de inventario o las cobranzas regulares, ya que, en este último caso incluso podría evitarse el financiamiento de terceros logrando una sincronización adecuada del ciclo de cuentas por cobrar con las cuentas por pagar.
Finalizando, el apalancamiento financiero, o crédito, es un mecanismo útil y necesario que usado de manera consciente y responsable conlleva al crecimiento patrimonial de personas y empresas, siempre que los recursos sean debidamente aplicados de forma productiva.
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